Si una cosa teníamos clara cuando Rodrigo nos invitó a su boda en San Sebastian era que para desplazarnos utilizaríamos el avión. Este nos permitiría estar en 1 hora en San Sebastian y nos evitaría un viaje de vuelta eterno.

El viernes pintaba bien. Nos íbamos a encontrar con un montón de amigos e íbamos a disfrutar de la boda de Rodrigo y Ainara.

La primera cosa que aprendimos fue que no es lo mismo llegar a la T4 del aeropuerto de Barajas cuando quedan 44 minutos que cuando quedan 45 (prometo que la próxima vez llegamos con 1 hora). Más que nada porque corres el riesgo de que cierren el vuelo y te quedes en tierra. Sobre todo cuando venden más plazas de las que lleva el propio avión.

Destrozados y viendo pocas posibilidades de llegar ese viernes a San Sebastian vimos como se iba nuestro avión y nosotros no estábamos dentro. La lista de espera solo nos agració con un asiento y, por lo menos, Diego pudo embarcar. Todo hay que decirlo, pero con la Iberia Plus Oro te embarcan si o si. Cosa que no entiendo si no hay más plazas ¿Quizás habría volado de copiloto?

Ya no quedaban más vuelos hasta el sábado. O perdíamos la noche del viernes o buscábamos alternativas. Aquí llego la gran idea. “Volemos a Vitoria”. Total, a 100km de San Sebastian, alguien se podrá acercar a buscarnos, un tren o cualquier otro medio de transporte nos serviría.

Volvimos a montar en el avión un poco alicaídos ya que las gestiones (muchas gracias Juancho) fueron negativas. Ni coche de alquiler, ni trenes, ni autobuses,… Íbamos en el avión pensando en que Vitoria sería parada y fonda. Pero al llegar al aeropuerto de Vitoria la fortuna se puso de nuestra parte. AVIS estaba abierto.

Aunque buscábamos un coche sencillo nos tuvimos que conformar con una Fiat Doblo. Bendita Fiat Doblo. Carretera y manta pusimos destino nuevamente a San Sebastian. Y en otra hora llegábamos a la ciudad Donostiarra. La cual nos depararía un fantástico fin de semana.

Si hubo una cosa que me hizo tirar adelante (y eso que me ofusqué en un principio) fue que se casaba uno de tus mejores amigos, que invito a nuestros amigos de la infancia, del instituto, con los que hacía teatro y la gente de la Universidad. Creo que hubiese ido a San Sebastian andando si hubiese echo falta. Supongo que a Julio, Amaya y a mí no se nos olvidará esta historia nunca.

Y para terminar, una cosa. Julio, tenías razón, lo que nos pasó significaba que el fin de semana iba a ser perfecto. Y doy fe de que lo fue.

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