La primera vez que tuve la responsabilidad de gestionar un equipo, estuve dándole vueltas y vueltas sobre cómo debía de actuar a la hora de ser el responsable.

Nuevas tareas se me venían encima: gestionar recursos, realizar planificaciones, mantener la competitividad del grupo, alcanzar objetivos más complejos,… Pero en lo que más pensaba era en cómo tratar a la gente que iba a depender de mí. Estaba convencido que esto me ayudaría a hacer más fáciles el resto de cosas.

Si tenía que buscar un referente como líder, a gran escala, este era Anibal Barca. En las diferentes notas biográficas que he podido leer sobre él siempre lo ponen como un general muy apegado a sus tropas. Estaba al tanto de todos los detalles de las expediciones, en las largas caminatas por los Alpes se preocupaba por el estado de sus hombres, era el que estaba enfrente de su ejercito en el campo de batalla,… Con todo eso consiguió que miles de soldados de diferentes tribus le siguiesen, hasta los últimos confines, en su propósito de derrotar al imperio romano.

Tal fue su fama, que hasta sus propios vencedores lo trataron como un gran general. Incluso, de los historiadores romanos de la época, salió muy bien parado.

En parte, cuadra con mi personalidad. Siempre me ha gustado conocer a la gente, saber que piensan, entender sus necesidades, estar con ellos, tratar de que den lo mejor de si. Todo ello para que trabajen como grupo, para que se sientan como un grupo, para que se compenetren buscando el mismo objetivo de una forma ordenada. Rodeándolo de un buen ambiente, en el que se sientan a gusto para que, al final, sean participes de un mismo proyecto.

Es por ello que me entristezco cuando veo a un gestor tratar a la gente como recursos, recursos sin nombre, recursos en la distancia, recursos los cuales utilizar en proyectos y que al final solo representan un coste. Coste, el cual, si puede ser, que sea variable.

La frialdad, la distancia y la prepotencia con tu equipo no conducen a nada.

Si hay que mover una gran roca podremos moverla con un equipo reducido, compenetrado y organizado. Otros se limitarán a poner hombres y hombres empujándola, muchos perecerán, pero al final, acabarán moviendo la roca.

Si os veis empujando una gran roca de forma organizada y eficiente es que tenéis un buen gestor, sino, tened cuidado y guareceros, no sea que la roca se os caiga encima.

Supongo que el tiempo me dará o quitará la razón.

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